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José
Luis Barreña es además de docente, ex concejal
y escritor, un querido y apreciado vecino de General Rodríguez
que ha dedicado gran parte de su tiempo y recursos a investigar
las distintas aves de su localidad, fruto de pacientes esfuerzos
surgió el libro "Aves Rodriguenses", fuente
a su vez de "Aves con Historia", otro libro, esta
vez, ofreciendo deliciosas leyendas que conjugaban características
de muchas especies de pájaros con historias, reales
e imaginadas, presentada el 28 de marzo de 2014.
Asimismo, Barreña es autor de "Fin de vía:
el presente de un ayer.", un ambicioso proyecto que
recorre antiguas estaciones de ferrocarril ya abandonadas
desde hace tiempo y que se encuentran desperdigadas en el
territorio bonaerense; al que debe sumarse la serie "Alemanes
del Volga", todos trabajos ilustrados por magníficas
fotografías.
En
esta ocasión, José L. Barreña nos invita
a internarnos en un gran galpón de la ciudad de Mechita,
donde se custodian valiosísimas piezas ferroviarias
de nuestro pasado.
Mechita
es una localidad cuya planta urbana se localiza en el límite
entre dos jurisdicciones, por lo que el 77 % de su población
reside en el Partido de Bragado y el restante 23 % en el
de Alberti .
Su pasado es netamente ferroviario y posee un patrimonio
histórico de gran importancia: los talleres y las
viviendas del playón que, desde 1906, dio servicio
al antiguo Ferrocarril Oeste (hoy Ferrocarril Sarmiento),
de construcción inglesa original, y que se mantienen
conservados por el tiempo junto con gran cantidad de vagones
y locomotoras de antaño.
Es
gracias a José L. Barreña que hoy podemos
acceder a una serie de estupendas fotografías a las
que Barreña ha denominado «Talleres de Mechita:
"El cementerio del progreso"», teniendo
el privilegio de deslumbrarnos no solamente con increíbles
imágenes sino también evocando aquellos gloriosos
tiempos de los ferrocarriles argentinos.
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Vieja
locomotora que por la información recogida, pertenecería
al ferro club de Chivilcoy
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En
agosto de 1900, partida en la estación del Ferrocarril
del Sud de los flamantes esposos Carolina Benítez
y Juan Esteban Anchorena quienes, están a punto de
ascender a un tren especial rumbo a La Plata, donde embarcarán
en el «Thames» para continuar su luna de miel
en Europa
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En
junio de 1902 vemos al Perito Moreno "desayunándose
en el tren especial" siendo integrante de la comitiva
de Sir Thomas Holdich en su recorrida por la Patagonia por
la cuestión litigiosa de límites mantenida
con Chile
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Los
ministros Frers y Rivadavia en el vagón comedor,
participando del viaje presidencial en la inauguración
del "Ferrocarril del Neuquén" en junio
de 1899
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Inauguración
de la línea ferroviaria a Neuquén. Vemos la
locotomora empavesada con el escudo nacional orgulloso en
su frente. Se trata del "Tren Nº 1" destinado
al presidente Roca, ministros y comitiva oficial que lo
acompañan en el viaje inaugural de junio de 1899
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En
febrero de 1903 el presidente Roca se toma unos días
de descanso en su estancia "La Paz" en Córdoba
y por eso, "el sábado a las dos de la tarde"
abordó el tren expreso que salió de Retiro.
Acompañaban a Roca, donde Alejandro Roca, las señoritas
Agustina y Clara Roca, don José E. Uriburu (hijo),
el diputado Napoleón Barraza, el coronel Gramajo
y el inspector Elordy.
En
el andén, mientras tanto, se congregaron varias personas
para despedir al presidente, entre ellas, el doctor Uriburu,
los ministros, el conde Sala y su secretario, el doctor
Carrillo y los señores Ríos, Arellano y Arrózpide,
el doctor Guesalaga, el senador Morón, los diputados
Seguí, Villanueva, Varela Ortíz, Vivanco,
Centeno, Pérez, Cernadas, Balaguer, Sibilat Fernández,
el intendente Casares, Mariano Unzué, doctores Beazley,
Viso, general Garmendia, García Fernández,
Peluffo, monseñor Lugones, comandanto Marambio Catán,
Ballvé y muchos otros.
"La distinguida artista señorita Lola Mora estuvo
también a despedir a las señoritas de Roca
y a los demás viajeros"
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En
octubre de 1913 el Ferrocarril Central Córdoba introdujo
en los viajes una atractión extra, para entrener
a los pasajeros del tedio durante los largos viajes, por
ejemplo, a Tucumán, los que duraban "dos noches
y un día".
"En
el salón comedor se encontraba instalado un "espléndido
piano Fonola Breyer, provisto de selecto y numeroso surtido
de rollos. El entusiasmo contagió a todos los viajeros,
ante tan feliz novedad, y no tardó mucho en hacerse
el más activo uso del instrumento por señoritas
y caballeros.
Era curioso ver el asombro de algunos viajeros que, sin
haber tocado nunca un piano, ni tener la menor noción
de música, se sentaban frente al sencillo instrumento
y a los pocos minutos lograban tocar como maestros.
Rapsodias de Liszt, two-steps, tangos, y todo lo que les
dejaban, pues hubo de establecerse turno, ya que todos querían
lucir sus habilidades unos y probar sus aptitudes otros..."
Cabe
destacar que el coche comedor, al igual que todos los vagones
de esta línea de ferrocarril, tenía la "particularidad
de haber sido construído en los talleres que la empresa
posee en Córdoba, exclusivamente con maderas argentinas
y haber merecido por su suntuosidad ser premiado en la Exposición
Ferroviaria del Centenario".
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Imágenes
del presidente Sáenz Peña hacia Tucumán,
para presidir las fiestas patrias en aquella provincia en
el año 1912. Vemos al presidente y al general Ortega
en el andén de la estación del Retiro y a
la der. al presidente acompañado de su esposa "entrando
a la estación con varias personas de la comitiva".
Debajo, el ministro de Relaciones Exteriores, doctor Bosch
y su familia y a la der. el general Vélez, ministro
de Guerra y su esposa, "encaminándose a tomar
el tren".
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"En
los tiempos de la guerra europea en que las llanuras rioplatenses
proveian a los ejércitos aliados, corría mucho
dinero lo que permitió adquirir gran número
de cosas bellas para el pais.
Ciertos
lujos hoy inabordables, eran considerados naturales, tal el
viajar en tren en vagón con dormitorios y salones exclusivos.
El
gran Casey de Curamalal habia dado el ejemplo atravesando
enormes extensiones, aun silvestres, en su club londinense
sobre ruedas y veinte años después sería
ya común entre las familias paquetas trasladarse de
esa manera a Mar del Plata sin codearse con el vulgo para
veranear, aunque fuese incomodamente, pero en la mejor compañia
puesto que dentro de un círculo impenetrable.
Cerrada
a los extraños pero no a los invitados, los palacios
de verano ayudaban a mantener a sus dueños dentro de
su propio nivel social, promoviendo uniones convenientes.
Un
regimiento de sirvientes, fieles y capataces, hacía
posible mantener el tren sin demasiado sacrificio para los
señores quienes hoy, encararían ese tipo de
hospitalidad como un martirio..."
"Estancias
y estancieros del Río de la Plata" por Virginia
Carreño
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En
abril de 1911 vemos al interventor nacional doctor Anacleto
Gil a bordo del tren expreso para Santa Fe acompañado
del personal a sus órdenes
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