LA
EDIFICACION EN BUENOS AIRES
LA GRAN RAPIDEZ DE LAS CONSTRUCCIONES
"El
incesante progreso mecánico que ha venido expresando
Buenos Aires desde hace algunos años, lejos de detenerse,
continúa acrecentándose siguiendo una línea
de victoria definitiva.
Hasta
hace poco era cosa difícil edificar casas y levantar
palacios en un tiempo breve. Uno ó dos años
era un plazo corto para edificar cualquier casa de proporciones
regulares.
En
vano se citaban la celeridad y las grandes actividades desplegadas
en las construcciones de los Estados Unidos de Norte-América.
Aquí,
nadie podía esperar que se pudieran construir palacios
y realizar obras arquitectónicas de importancia en
cuatro, cinco y seis meses.
Sin
embargo, recientes ejemplos han demostrado lo contrario y
han venido á transformar radicalmente nuestra lentitud
constructora.
Buenos
Aires ya edifica y levanta palacios con una rapidez vertiginosa
que asombra a primera vista y que parece regida por un vértigo
misterioso.
Ya
no es sólo Norte-América el país de las
fábulas mecánicas y edilicias; el nuestro lo
acompaña y acaso dentro de poco llegue á aventajarlo.
La
fiebre de los negocios y las grandes transacClones de bienes
raíces que se operan en nuestra capital necesitan las
construcciones veloces.
Está
en la memoria de nuestros lectores la rapidez con que
se levantó el enorme y suntuoso edificio que ocupa
actualmente el Plaza Hotel.
En
varios meses el terreno baldío fronterizo á
la plaza San Martín se convirtió como por arte
de magia en un edificio imponente.
Día
por día se pudo advertir el adelanto de aquella edificación.
Centenares
de obreros se encargaban de armar piso sobre piso vertiginosamente
y semana por semana notábanse los adelantos realizados.
Otro
caso parecido y aun más interesante todavía
es la obra realizada recientemente para la sociedad anónima
Gath y Chaves, en la esquina de la calle Perú y Avenida
de Mayo, edificio, ocupado, como se sabe, por el anexo de
la nombrada sociedad.
El
palacio del doctor Luis Ortiz Basualdo, de acuerdo con los
planos del arquitecto señor Mirante, fué demolido,
transformado y unido al que se hallaba, lindero en un tiempo
de cuatro meses, rapidez sin precedente alguno en la edificación
argentina.
Dicha
construcción de riguroso estilo americano, amplio,
sólido y lleno de
comodidades, reemplazó á la arquitectura de
moda, algo discutible por cierto.
Para
expresar mejor nuestro progreso en materia de grandes construcciones,
ofrecemos á nuestros lectores una nota gráfica
del edificio antiguo ya nombrado y del actual.
Las
cuatro fotografías demuestran el prodigio realizado
al ejecutar la obra en ciento veinte días.
La
terminación del palacio fué completa y perfecta
en todo sentido.
No
se olvidó ningún detalle ni se demoró
un sólo día del plazo estipulado por los interesados.
La
empresa constructora que realizó los trabajos es la
conocida casa de Pruniéres y
Cía., una de las pocas de esta plaza que puede y está
en condiciones de rivalizar dignamente con las grandes empresas
constructoras norteamericanas.
El
record de la rapidez que ha batido al construir el palacio
de referencia es asaz importante para nuestra capital que
revela con ello su incesante progreso y el poder que tienen
los capitales.
Por
otra parte el hecho que dejamos narrado suscita en nosotros
un legítimo orgullo.
Vemos
que Buenos Aires cuenta con empresas que compite ventajosamente
en potencia y actividad con las empresas extranjeras.
Por
una curiosidad y para completar la información de la
presente nota hicimos una visita á los grandes talleres
y depósitos de la casa Pruniéres y Cía.,
para observar de cerca los elementos que son necesarios para
llevar á cabo construcciones grandes con rapidez extraordinaria.
Los
talleres nombrados ofrecen un aspecto de animación
poco común.
Millares
de obreros se mueven de uno á otro sitio transportando
materiales
y hierro en una tarea incesante.
Las instalaciones son amplias y numerosas, advirtiéndose
en todo las grandes obras que pueden realizar y emprender.
Hay
elementos para ejecutar trabajos de proporciones incalculables.
Los
grandes especuladores y capitalistas han de estar de parabienes
con los progresos y la rapidez con que se pueden hacer hoy
las construcciones, máxime quedando demostrado por
la experiencia yanqui que la celeridad empleada al levantar
una casa es un capital que se gana.
Suponemos que esa velocidad ha de costar un poco más
cara que la lentitud, pero no cabe duda que á la larga
resulta económica de acuerdo con el viejo proverbio
británico de «Time is money»."
Revista
Caras y Caretas del 15 de enero de 1910 |