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En
agosto de 1909 Buenos Aires se estremece con un audaz rumor:
¡en pleno centro han encontrado un antiguo e inmenso
tesoro oculto durante décadas en misteriosas catacumbas!
¿Será acaso parte de las arcas públicas
birladas a los ingleses durante su efímera ocupación
de la ciudad? ¿parte perdida del tesoro del virrey
Sobremonte? ¿botines de corsarios y bucaneros? ¿tesoros
acumulados por avaros comerciantes cuyo recuerdo perdieron
sus ambiciosos descendientes? ¿se trataba de parte
del patrimonio del gobernador Rosas?
La burocrática oficina de la "Asistencia Pública"
se encargo de disipar las expectativas de tan magnos descubrimientos.
Durante trabajos emprendidos por el gobierno municipal se
descubrieron complejas construcciones subterráneas
bajo la antigua casa de Rosas, en Bolívar y Moreno.
Allí fueron hallados un pedazo de bayoneta y un fragmento
de un plano con el retrato de Napoleón Bonaparte.
El otro descubrimiento se produjo bajo los cimientos de
la casa de Bolívar 107 exhibiéndose subterráneos
de grandes dimensiones y sólidos.
El arqueólogo Daniel Schávelzon minimizó
tales descubrimientos desechando conjeturas, atribuyéndolos
a obras sanitarias en el caso de la residencia de Rosas
y a simples cámaras subterráneas en los demás,
sin que tuviera nexo con otros túneles que sí
estaban destinados a conducir a otros sitios.
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Escalera
que conduce al subterráneo de la casa de Bolívar
107
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Los
Subterráneos de Buenos Aires
"Habiendo
la Asistencia Pública emprendido ciertas obras de
saneamiento que ella reputa de considerable importancia,
se llegó a descubrir una vez un subterráneo
en el Mercado Viejo.
La noticia produjo honda impresión, pues encontraba
predispuestos los ánimos, merced a toda clase de
versiones sobre la ubicación y el objeto de esas
catacumbas.
Además, no vino sola. Por muchos días circuló
la voz de que en el subterráneo habían encontrado
un tesoro fabuloso en onzas.
El silencio y el misterio con que la Asistencia Pública
verificaba los trabajos, y el empeño de su director
en negar informaciones al respecto, crearon cierta atmósfera
alrededor de todo, y se esperaba algo sensacional a medida
que apareciesen otros subterráneos.
El ingeniero don Carlos E. Martínez, que dirige las
obras, ha venido a estropear todas las ilusiones, declarando
que los subterráneos nada tienen de particular.
En el que había bajo la antigua casa de Rosas, a
pesar de haber sido de Rosas la casa, se encontraron únicamente
un mal pedazo de bayoneta y un plato con el retrato de Napoleón
Bonaparte.
En otro subterráneo, el de la casa de la calle Bolívar,
107, ni eso: apenas un cabito de vela, dejado quizá
por otro explorador.
De instrumentos de tortura, ni siquiera una navaja de afeitar;
de cadáveres de monjas y chiquilines clavados en
la pared, ni el pelo; y de onzas de oro...
¿Había
de ser precisamente onzas de oro lo que se le olvidase a
algún abuelo nuestro en el sótano? Colóquense
ustedes en el caso del presunto abuelo, y verán como
la pretensión carece de base.
Debemos las fotografías de los objetos hallados,
a la amabilidad del coleccionista y anticuario señor
Benjamín Martínez, hermano del ingeniero don
Carlos, quien los conserva en su museo particular, entre
otras muchas piezas de interés histórico,
que sobre todo se refieren a la época de Rosas.
Es
un hecho sobresaliente el crecido número en que se
encuentran los subterráneos en toda la parte antigua
de la ciudad.
Como carecen de comunicación entre sí y todos
tienen entrada por el mismo terreno que ocupaba el correspondiente
edificio, esto indica que tales excavaciones eran una costumbre
general en los antiguos propietarios.
Muy diferente juicio deberíamos emitir si, en lugar
de tener carácter domiciliario, fuesen verdaderos
túneles con aberturas a cada extremo.
Dicho carácter domiciliario es también un
obstáculo para inferior el objeto que tenían
los subterráneos, pues pueden ser muy distintos los
que cada propietario se propuso".
Caras
y Caretas del 28 de agosto de 1909
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INterior
del subterráneo de la casa de Bolívar 107 "que
se extiende hasta de bajo de la calle y por encima del cual
pasan los tranvías" |
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Vista
del subterráneo del "Colegio Nacional Central" |
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Fragmento
del plato con el retrato de Napoléon Bonaparte, hallado
en el subterráneo de la antigua casa de Rosas, en
Moreno y Bolívar
"Hay
un mapa que data de 1780, ordenado por el Virrey Juan del
Pino, en el cual se señala en rosado las manzanas
del centro de la ciudad, destacando edificios, monumentos
y plazas, totalizando 45 manzanas las principales de la
ciudad, y ya aparece delimitada la Manzana de las Luces
en detalle el túnel o galería llamada A y
su prolongación hacia el sur hacia la casa de Juan
Manuel de Rosas (Moreno y Bolívar) y el extremo norte
hacia el Cabildo. Este mapa da testimonio que los túneles
fueron construidos a fines del siglo XVIII por los jesuitas
antes de su expulsión..."
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Cabito
de vela hallado en uno de los nichos del subterráneo
de la calle Bolívar 107
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Trozo de bayoneta hallado en los subterráneos de la casa
de Rosas |
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Los
túneles de Buenos Aires: 140 años entre la
memoria y el olvido
Por
Daniel Schávelzon, 16 de junio de 2010
"Fue
en 1904 cuando Blas Vidal publicó un breve artículo
en Caras y Caretas, sensacionalista por cierto, en el cual
mezclaba toda la información que había logrado
encontrar. Profusamente ilustrado, mostraba las diferencias
que había entre los túneles de la calle Defensa
del entubamiento del Zanjón de Granados, los descubiertos
por Burmeister que tendrían hasta 10 metros de alto
—quizás un poco exagerado—; los redescubiertos
bajo las obras del Colegio Buenos Aires en la Manzana de
las Luces y luego cita varios más a los cuales él
mismo logró bajar, en especial el de la calle Victoria,
entre Bolívar y Defensa. A continuación describe
las criptas de San Francisco y San Lorenzo, las momias bajo
la iglesia y otros detalles.
Es indudable que estas catacumbas, como él las llamó,
dieron mucho que hablar en su momento, y su falta de rigor
quedó compensada con creces al haber reabierto el
tema. Queda también como el primero en establecer
la hipótesis de que los túneles eran circulaciones
entre iglesias y que formaban una supuesta red bajo la ciudad.
Tras
el artículo de Vidal, Buenos Aires debió esperar
cinco años para que se volviera al tema. Esta vez
fue una serie de cuatro notas sin firma en La Nación
(4). La primera se titula “Los subterráneos
de Buenos Aires” y describe el sótano descubierto
en la casa de un tal Aguirre, en la esquina de Bolívar
e Hipólito Yrigoyen. Se lo había descubierto
junto con otros sótanos, al realizarse los grandes
trabajos de saneamiento urbano bajo la dirección
de Carlos Martínez.
Estos
trabajos tenían por objeto rellenar pozos, cisternas,
letrinas, desagües y toda obra sanitaria anterior a
las de Bateman, y excavar conductos de desagüe para
desagotar estos viejos pozos. Varios de los túneles
descubiertos en los últimos años corresponden
a los hechos por Martínez en esos años.
Este hombre y sus brigadas de poceros detectaron esta cámara
subterránea, de forma redondeada con hornacinas —una
de éstas incluía aún un cabo de vela—,
una escalera de cómodas dimensiones y en gran parte
revocada.
Se
hicieron excavaciones para ver si se comunicaba con otros
túneles o sótanos, pero nada se pudo descubrir.Por
cierto, dicho texto es de un periodista que supo manejarse
con cautela, aunque sin dejar de demostrar su asombro. Escribió
que “mucho se ha hablado de los subterráneos
de Buenos Aires, las leyendas han existido siempre y se
contaba y se sigue contando de misteriosas comunicaciones
entre los conventos, entre sitios determinados por la autoridad
y el Fuerte viejo (…) nada de ésto se ha encontrado
hasta ahora, no sólo en los trabajos que se practican
por orden del Dr. Penna, sino en los serios y profundos
que se hicieron para las obras de salubridad (…),
subterráneos aislados, sí se han hallado muchos
y curiosísimos, pero red de comunicaciones no”.
Quizás sin darse cuenta estaba planteando varias
de las hipótesis, a favor y en contra, que se manejarían
durante los siguientes 80 años.
Al
día siguiente se publicó una nueva nota titulada
“La casa de don Juan Manuel de Rosas, escondrijos
misteriosos”, en la cual se describe, sin gran sapiencia,
los sótanos descubiertos. Se trataba de una compleja
construcción autónoma bajo el patio central,
que se compone de 4 pozos y 3 grandes cámaras subterráneas
con comunicación entre sí. Si bien ahora es
difícil explicar este rompecabezas, el plano y corte
publicado no coinciden con la descripción del texto.
Lo que no deja dudas es que Rosas tenía allí,
con bastante lógica para la época, una construcción
mucho más compleja de la que se podía ver
a simple vista. Lo que sí podemos ver es que se tomaron
como construcciones a varias cisternas y por lo menos un
pozo de absorción. Incluso la extraña comunicación
entre un pozo y la cámara no sería, a la vista
de lo que la arqueología puede decir hoy, más
que un sistema de ampliar la absorción del pozo en
un patio donde no había lugar para excavar nuevos.
No
había rastros de túneles ni comunicación
con ninguno de los ya conocidos. Es interesante porque se
listaron los objetos descubiertos: un plato de loza con
el rostro de Napoleón, cubiertos, botellas, tinteros,
vasos, una bayoneta, una espada, un embudo, parte de una
puerta y otros objetos de uso cotidiano. No sabemos si éstos
estaban mezclados con el relleno, cosa muy probable, o sobre
un piso vacío. Lo primero es lo más probable,
porque en las fotos se ve que el sistema de desagüe
había sido reemplazado por un sistema más
moderno de cañerías de obras sanitarias. Y
el tipo de objetos coincide con los años de uso de
la casa.
Al
día siguiente la serie continuó con un artículo
que describió con detalle los descubrimientos hechos
al demoler el Mercado Viejo, en 1907, en la esquina de Perú
y Alsina. Allí los descubrimientos fueron de verdad
sensacionales y despertaron la curiosidad de la población.
Al descubrirse el primer túnel, que tenía
tirantes de madera en el techo, intervino la municipalidad;
se procedió a vaciarlo descubriendo armas en desuso,
vasos, cuchillos y cabellos humanos, a los cuales la leyenda
rápidamente atribuyó un origen relacionado
con el viejo Motín de las Trenzas. También
se encontraron 6 cámaras o sótanos, que seguían
en uso en el Mercado, algunos con comunicación entre
sí. Los objetos descubiertos no eran más que
los comunes de esperar en esos contextos. Y más allá
del gran tamaño de estas cámaras y pasadizos,
no hubo pruebas de que estuvieran comunicados con el exterior,
pese a que se excavó en dirección a la iglesia
de San Juan, hacia la calle Chacabuco, hacia San Ignacio
y otros sitios. Es decir que por lo menos buena parte de
estas construcciones no eran más que amplios sótanos
de algunos de los puestos, y cuya antigüedad no pasaba
de 1865, año de construcción del mercado.
Si entre ellos hubo construcciones anteriores, es difícil
saberlo ahora.
Para
terminar estas notas del año 1909, la última
describía y fotografiaba una extraña cisterna,
una cámara en forma tronco-cónica de 13 metros
de profundidad descubierta en Belgrano 550 y que perteneciera
a los Dominicos. Dado que no tenía túneles
que llevaran a ella y que remataba en un agujero de un metro
de ancho con un brocal de aljibe, no cabe duda que era una
de las típicas cisternas hechas durante el siglo
XVIII y que abundaban en la ciudad. Su tamaño no
es mayor del que existió en el Fuerte, o del que
aún existe en la Casa de Ejercicios, todos ellos
perfectamente documentados.
También se mostraba el túnel de San Ignacio,
que según el autor, fue excavado por Martínez,
y que unía un pozo revestido de mampostería
—tal vez otra cisterna— con la parte inferior
del altar mayor de San Ignacio. Por lo menos ésas
son las palabras del texto. Describe que al excavar el túnel
se hicieron algunos hallazgos paleontológicos y nada
más. Quizás más interesante sea la
descripción que sigue a ésto, de una cámara
bajo los talleres Drysdale, la cual tenía ornatos,
decoración y ¡hasta artesonado en la bóveda
del techo! La describe de 5 por 5 metros y también
aclara que estaba aislada de túneles de cualquier
tipo..."
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Plano
del subterráneo de la antigua casa de Rosas en Bolívar
y Moreno
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Residencia
particular de Rosas en Bolivar y Moreno
Fue sede del gobierno de Bs.As - Luego Correos y Telégrafos
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LA
CASA DE ROSAS, BOLIVAR Y MORENO
Dice
A. Taullard sobre esta casona, demolida hace años:
"En la esquina de Bolivar y Moreno estaba el inmenso
caserón de la familia Ezcurra, que habitó
don Juan Manuel de Rosas durante más de quince años,
y que era por así decirlo la verdadera residencia
gubernativa, pues el Fuerte había dejado de serlo
en 1837".
Después
de Caseros fue confiscada, pero "continuó sirviendo
de residencia al gobernador de la Provincia de Buenos Aires,
hasta su traslado a La Plata, ocupándola después
el Correo hasta 1901, año en que éste se trasladó
a su actual local de la calle Reconquista y Corrientes".
En
efecto, después de Rosas fue residencia del gobernador
Vicente López y Planes. En 1886, levantada la confiscación
de algunos bienes de Rosas, don Juan N. Terrero, apoderado
de Manuelita, la ofreció en venta al Gobierno Nacional
por la suma de 950.000 pesos.
Hacia
1904, Lucio V. Mansilla la describía así:
"Me
estoy refiriendo a la vieja casa con gran patio, flanqueado
diré de habitaciones por los cuatro costados, habitaciones
que tenían, algunas de ellas, ventanas interiores
de rejas, y no a la casa más conocida por haber estado
allí el Correo muchos años".
Él
mismo cuenta que su tía Encarnación, o Manuelita,
le daba confites de Córdoba, que eran colorados,
cuando de niño pasaba a visitar a sus tíos.
La
foto que reproducimos fue publicada por Taullard en su valiosa
obra Nuestro Antiguo Buenos Aires. Cómo era y cómo
es desde la época colonial ' hasta la actualidad,
editada en 1927. La casa fue sede del gobierno de Rosas
desde 1830 a 1832, y desde 1835 hasta 1838.
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