Corre
el mes de junio de 1920 y todavía no ha comenzado,al
menos oficialmente, el invierno de aquel año, pero
a juzgar por las abrigadas indumentarias de estas elegantes
damas que pasean por la siempre bella y señorial
calle Florida los rigores climáticos se han adelantado
bastante y las postrimerías de un frío otoño
se abaten impiadosamente sobre los porteños. Sombreros,
pieles, guantes, sobretodos, vestidos de resistentes y espesos
paños acompañan y envuelven a las damas que,
no por ello, dejan de lucir garbosas y elegantes en su distinguido
andar por tan aristocrática arteria porteña
Símbolo
de Buenos Aires, como lo es, por ejemplo, la calle Corrientes,
Florida ha sido por siempre, el sendero, la galería
de la elegancia, del ajetreo trepidante de la gran urbe,
y emblema de su desarrollo y prosperidad.
"Suele
ser comparada Florida a algunas de las famosas calles europeas.
¡Para qué! Eso sí; es universal, su
esencia está hecha de especias universales, pero
su corazón, su entrañable latido es argentino.
Hay en Florida una gracia, una simpatía, un refinamiento,
y aun una modestia que sólo se hace con espíritu
argentino.
Distinguida, esta calle tiene un no sé qué
de accesible, de llana, de cordial.
El porteño deja en ella algún sueño,
es verdad; pero recoge otro sueño.
La posee con sólo mirarla, con sólo nombrarla.
Recorrerla en horas inesperadas, de pronto, sin necesidad,
es una de sus evasiones mejores, una de sus razones más
instintivamente humanas..." la describía el
poeta argentino, nacido en Buenos Aires, Mario Binetti en
"Viñetas porteñas".
En
esta, nuestra incursión por esta -aunque en ocasiones
y en las últimas décadas muy maltratada- por
excelencia, tarjeta postal porteña, vemos a elegantes
damas luciendo sus suntuosos atuendos invernales en los
primeros fríos de fines del otoño del año
1920